jueves, 20 de octubre de 2011

En el medio

El rosa aún no representa al feminismo

En el marco del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, surgieron distintos movimientos e iniciativas para ayudar a combatir este mal. Los legisladores de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal iniciaron la campaña “Manos contra el cáncer de mama”. Esta campaña busca promover la detección temprana de la enfermedad, implementando 10 unidades móviles para la realización de mastografías.
Además, Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México, prometió incrementar al doble el equipo para detección de cáncer de mama con el que cuentan las instancias de salud estatales. Estas seguirán atendiendo a mujeres aún cuando no sean derechohabientes. En Hidalgo, también se construirá una unidad especializada en el tratamiento de este mal.
Sin duda, todas estas acciones resultarán favorables para combatir esta enfermedad que representa una de las principales causas de muerte de mujeres en nuestro país. Aún así falta mucho por hacer. En estados como Morelia, una mujer muere cada tercer día a consecuencia del cáncer y el problema tiene mayor incidencia en mujeres indígenas. Esto debido a la existencia de valores patriarcales y machistas en contra de que las mujeres asistan a revisiones.
Por un lado, se muestra una perspectiva muy positiva respecto a la lucha contra el cáncer de mamá y otras enfermedades como la diabetes, el cáncer cervicouterino y deficiencias cardiacas, que representan las principales causas de muertes maternas de acuerdo con el Coneval. Las diputadas de diferentes partidos políticos se unen y se pintan las manos para demostrar su apoyo a una campaña y Felipe Calderón nos invita a todos a una promoción “agresiva” de la detección de este padecimiento. Uno va al supermercado y encuentra infinidad de productos para el hogar marcados con el lazo rosa.
El otro lado, es el que los medios no muestran, el que es menos palpable. Este lado es del papel que nos toca jugar a nosotras, mujeres, que somos las víctimas de esta enfermedad, pero también los verdugos al no inculcar en nuestras hijas, hermanas y amigas otros valores. Nosotras somos las primeras que nos compramos esa idea de que para ser mujer se necesita tener busto. Si el busto es tan sagrado, entonces por qué el miedo o el pudor a que revisar que esté saludable.
El problema de la importancia que le damos a los pechos es que nos afecta a todas. Las que se encuentran en situación de pobreza no se atienden porque los senos no debe vérselos nadie. Las que tienen dinero, no temen pagar por implantes para agrandarse los pechos, pero le tienen pavor a una cirugía de extirpación.
De nada sirve que se implementen unidades de mastografías y pintemos todo el país de rosa, cuando nuestro concepto de mujer aún es tan negro. Una mujer no es la que tiene senos. Una mujer es la que tiene ante todo un amor por su libertad y su vida y no teme luchar por defenderlos. Démosle al pecho la importancia que se merece.

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